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miércoles, 3 de julio de 2013

Terminar la carrera...

"Es curioso volver a los sitios del pasado una vez que se ha crecido"

Irlanda, Espido Freire


Ya he finalizado el grado. Hace dos días defendí mi trabajo fin de grado. Todo bien. Bueno, en realidad, casi todo bien. Los nervios se apoderaron de mí. Normalmente me suelo poner muy nerviosa en las presentaciones orales, pero lo de antes de ayer fue una sensación realmente extraña.

Volví a esa universidad, en la cual hacía ya más de un año que ni recibía clases ni me examinaba. Hice caso de lo que me dicen en mi "nueva" universidad: no repase nada antes de la defensa (así estaría más tranquila). Sin embargo, la sensación tan extraña y desagradable que sentí al volver a esa universidad y pisar de nuevo ese segundo piso me pudo.

Tuve que esperar unos minutos. Todavía no eran las 10. Quedaban 13 minutos para ello. El aula combocada para la defensa era la 209B. Me detuve en ella. En ese aula, curiosamente, año y medio atrás recibíamos clases de una asignatura que me traía malos recuerdos. Comencé a pasear de un lado al otro de ese inmeso pasillo. Aula 209. Vino a mi memoria el recuerdo de esas clases de inglés. Seguí hacia delante. Aula 208. Asome la cabeza. Esa aula me trajo buenísimos y malísimos recuerdos. En ella pasamos muchísimas horas durante los dos primeros cursos de carrera. Risas, lloros, enfados, alegrías, desesperaciones, clases divertidísimas, clases aburrídisimas y, como no, las inolvidables clases de lógica. Reconstruí como fueron estas últimas clases y preferí seguir hacia adelante. Era mejor no recordarlas en ese momento (me pondría más nerviosa), habían pasado ya más de dos años y medio y todavía las recordaba como si ayer mismo las hubiese recibido. Aula 207. Final del pasillo y, con ello, me vino a la cabeza ese tercer año horroso de carrera. Sí, esa había sido nuestra aula el año pasado. Mejor darse la vuelta.

Volví al principio del pasillo. Me entretuve ojeando las notas que había en el tablón de decanato hasta que apareció uno de los miembros del Tribunal. Estuve hablando con ella. Un amor. Hacía un año que no la veía. De haber estado este curso allí me hubiese dado clase y me he quedado con ganas de ello. Se fue. Seguí paseando. Ya eran las 10. Aparecieron los otros dos miembros del Tribunal. Tuve que esperar otro poco más. Todo era extraño. Me empecé a sentir incómoda.  Tan incómoda que no quería estar allí. No solo por tener que hacer la defensa sino porque no me gustaban los recuerdos que me traía ese lugar. No sé cómo explicarlo...

Entramos en el aula. Los tres profesores y yo. ¡Qué horror! Esa sensación de incertidumbre que tenía era bastante molesta. Quería que todo terminase cuanto antes. Preferí pensar que estaba en mi "nueva" universidad, rodeada de mis compañeros y con mis "nuevos" profesores. Quizás así me tranquilizaba. Tenía que sentirme "como en casa". Pero no dio resultado. 

Comencé mi exposición. No podía respirar. Sentí que las manos se me dormían. Las piernas me temblaban. La voz no me respondía tal y como yo quería. Al fin, terminé. Respiré aliviada. Pero en ese momento venía algo peor. Cada miembro del Tribunal iba a exponer su valoración. Es entonces cuando me acordé de los libros de ´Manolito Gafotas`. Me hubiese gustado ser su hermano pequeño, el ´Imbécil`, y taparme la cabeza con un trapo con el fin de sentir esa tranquilidad que le daba el hecho de que los demás no le pudiesen ver. ¡Qué verguenza! Quería que esos minutos pasasen ya. Se me hizo eterno. Pero, por fin, pasaron. Me tuve que retirar unos minutos para que deliverasen la nota. Y todo termino. 

Con todo ello pienso que "es curioso volver a los sitios del pasado una vez que se ha crecido".  Crecemos, en mi caso tan solo un año, y ya nada lo vemos igual. Somos diferentes. Y a esas personas que en un principio conocimos, ya tenemos la sensación de que ni las conocemos. Todo se vuelve distinto. Ese ya no es tu sitio. Quieres volver a ese lugar donde sí te sientes cómodo. Y, por tanto, te sientes extraño en ese sitio donde, en mi caso en julio del año pasado, cierras la puerta para (casi) siempre. Quería estudiar Filosofía y lo he conseguido. Pero no quería volver a ese sitio donde estuve en un pasado (no muy lejano) y en el que abundan los buenos pero, sobre todo, malos recuerdos.


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